Un guiño a Marcel Proust

Hola Marcel. No, no te hablo a tí exnovio de Edith Piaf, no, a tí no. No a ese Marcel. Me refiero a tí, Marcel Proust. Tu bella obra, “El tiempo recobrado”, de alguna manera me ha puesto a leer con lupa. Esta bella obra no es una novela, no es una historia que va ocurriendo y ya. No son como los cuentos de Amos Oz, en especial “Perdidos”, donde el protagonista se encuentra a una mujer y nunca se sabe al final qué ocurre. Muchos cuentos de Amos Oz, de sus Escenas de la vida Rural, terminan en punta. Pero esta vez no hablo del escritor israelí; esta vez hablo de tí, Marcel. Te escribo a tí. Y más exactamente a tu obra. Me encanta que toda tu saga de “En busca del tiempo perdido” no sea una novela, sino una sarta de divagaciones.

Claro, obviamente hay cosas más urgentes, hay que ser ágil, moverse, ulular dentro del agite. La vida exige en múltiples ocasiones ser solemne. Pero si nos detenemos un momento y si estamos mirando el horizonte, respirando y en paz existiendo ¿ahí qué queda? queda algo que Marcel describe como “ese extraño que era yo mismo”. Nunca somos los mismos; el niño que fui cuando me tocó leer por obligación Madame Bovary no es el mismo adulto que ahora se deleita. No soy igual que hace tres años. Ese extraño que era yo mismo.

Los verdaderos paraísos son los que hemos perdido, lo dice Jupien, uno de los protagonistas. Trato de ponerme en el lugar de él cuando lo escribió y tal vez lo entienda, más no lo comparta. Podemos darnos cuenta del paraíso que tenemos alrededor aun sin haberlo perdido. Podemos valorar la arena incluso segundos antes de que se esfume de entre las manos. La frase de que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, esa célebre frase puede ser cortada de un tajo. Un verdadero paraíso, como el que suscita una canción bien llevada, la música que lleva implícito un tiquete de viaje de principio a fin.

La sonrisa o la seriedad de una niña pintando sobre el lienzo. Amores por encima de lo solemne.

Claro, la inmediatez deja la literatura de lado. Pero allá arriba en la colina, cuando estemos en la tranquilidad argéntea, cuánto los vamos a necesitar. No hay que esperar hasta allá, podemos tener la cultura ya. Podemos ser los más modernos pero también los más antiguos, la clave tal vez sea no dejarse llevar por lo inmediato.

Tal vez la actualidad o el presente sea solo un canal. Tal vez esa sea la clave para recuperar el tiempo perdido. ¿No, Marcel?

P.D. Hice un video educativo muy chévere, en el que aparecieron algunos alumnitos de mi clase de pregrado. Los invito a que lo vean. Se puede marcar la diferencia, sí se puede…

https://www.youtube.com/watch?v=7w20xBFMxxQ

Lope de Vega y sus chinelas, sus listones y su majestuosa literatura

“Siempre es discreto lo amado y necio lo aborrecido”. Pensemos en esto, tal vez sea cierto, tal vez el amor está siempre ahí con un bajo perfil, sin prisa pero sin pausa, la sombra fiel callada siempre; mientras que el odio entra a relucir con todas sus fauces, el odio es un altavoz a todo volumen; Sí, amigo Lope de Vega, tal vez te acepte ese postulado. Esto lo dice él en su obra majestuosa “El caballero de Olmedo”, literatura del Siglo de Oro, es decir entre los años 1492 y 1681. Me fascina la literatura, los modismos, el humor, el doble sentido de esa época, es maravilloso; creo que mi postulado o leitmotiv personal, referente a siempre leer un libro absolutamente nuevo y mezclarlo con uno absolutamente antiguo, me crea dos perspectivas en el cerebro, dos contextos, algo que hace el placer de la lectura aun más intenso. Me maravillo, mis sentidos se exacerban al leer a Lope de Vega; vengan, si así me lo permiten vuesas mercedes, compartirles algunos ejemplos de este texto.

Este texto narra algo tan básico y a la vez tan complicado como una historia de amor: Un man, tocayo mío, o sea Alonso, se enamora de una jeva llamada Inés. Punto. Le quiere caer, le quiere arrastrar el ala. Entonces empiezan aquí los deliciosos diálogos, en esa revuelta España de 1.600: por ejemplo, se referían a que hay que guardarle respeto a una señora que acababa de morir. Es decir, debían guardarle respeto a la finada. En el lenguaje de esa época: “….pero teniendo respeto a la que pudre…”. A la que pudre, qué locura. Continuemos.

Las chinelas son unos zapatos de esa época sin tacones. Entonces a don Alonso le parecían muy bonitas las piernas de Inés, por lo tanto él decía que “una chinela de color que dora de una coluna hermosa y cristalina”. La coluna, o columna, hermosa y cristalina pues son las piernas de Inés. Es el equivalente al dicho de ahora: “tiene más tarros que un loco”.

Otra frase: “Dicen los discretos que consiste la hermosura en ojos y entendimiento”. Y sí, los ojos nunca cambian, el cuerpo sí. La mirada siempre será la misma y el entendimiento es el que en últimas mantiene el amor; no es la pasión, es el entenderse el uno al otro. Tengo aquí en mi casa ahora puestas unas hopalandas, es decir ropas sueltas, cardigans largos de color gris. Con esta ropa leo, con esta ropa me maravillo .

Qué bello esto. No quiero extenderme más, solo les quiero impregnar algo de mi amor hacia los libros; hoy fue el siglo de Oro, el castellano antiguo, nuestras raíces. Los invito a que lo hagan, les garantizo que se llevarán muchas sorpresas positivas.

Las dos musas clonadas

(este es un Botticelli…)

-Hola. Sí, te quería llamar. Es que mira que yo era la más solicitada. Me acuerdo que siempre, muy temprano, la gente hacía fila por verme, yo estoy en un cubículo como de vidrio. Estaba arriba de las esculturas francesas, por ahí por La Nymphe Echo que está al aire libre, pero a mí me consienten más y me mantienen encerrada. Sigo ahí cerca a los cuadros de Hals, de Rembrandt y de Metsu. Es extraño, todo va en gustos, porque yo me miro al espejo y me noto simple, siento que es más bella una musa de esas que pintaba Botticelli o Filippo Lippi. Creo que tienen más gracias las pelirrojas de “Venus et les trois Graces”, pero debo tener autoestima y meterme en la cabeza que soy bella. ¿Cómo hubiera sido yo pintada por Renoir o por Monet? ¿más difusa? ¿sería menos famosa?-

-Continúo. Lo extraño es que ahora está vacío el cuarto donde estoy. Como te digo, antes estaba lleno, ni siquiera podía distinguir a la gente, ahora apenas veo de vez en cuando a una señora limpiando mi cubículo, trapeando por ahí y sacando polvo. ¿Qué ocurrió, sabes algo?- le preguntó la francesa a la colombiana.

-Hola. Acabo de oír tu mensaje de voz, te respondo. Mira, no sé, en cambio yo estoy siempre en la sala de esta casa, una casa sencilla, con dos sofás, una chimenea, tres candelabros y cortinas que adornan una ventana que da hacia un parque. Antes veía a 3 personas en la mañana, me quedaba sola y en la noche las volvía a ver un par de segundos, antes de que apagaran las luces. Ahora siempre los veo, en los sofás hay regueros de rompecabezas, juegos, empaques de papas fritas, naipes. Antes me sentía sola, ahora no- le respondió la colombiana por whatsapp.

-Conmigo es diferente, yo sí me siento sola, tengo mucho frío aquí en París- le respondió.

-Lo bueno es que somos almas gemelas, somos las mismas, nos tenemos la una a la otra- agregó la colombiana.

(Conversación entre la original Mona Lisa, que reposa en el Louvre de París, más pequeña de lo que todo el mundo cree, y una copia de sí misma en algún hogar colombiano)

La historia del house music… y algo más (como dicen en los restaurantes)

Hola:
Hay bastantes estímulos en el mundo exterior, creo que de eso ya nos pudimos dar bastante cuenta. Así no estemos en la calle haciendo mil vueltas, así no estemos en el Transmilenio fisgoneando conversaciones de terceros, así no estemos en el corrientazo pidiendo porción extra de arroz con salsa de tomate, el capuchino de más, mientras oímos a la gente hablar; así no estemos con gente, seguimos recibiendo información. Incluso más que antes, pensaría yo. Somos filtros humanos viandantes.

Y la música sigue sonando: en mi mente y afuera. En las esquinas, el beat se va dando siempre y asimismo va siendo escrito. Mientas se reúne un comité llamado Comité consultivo de la Regla Fiscal, que en otras palabras, es como un grupo de gente que le da pautas al Gobierno sobre cómo debe asignar sus recursos. Hay medidas, hay clases de finanzas, valores presentes y tasas compuestas. También hay tazas compuestas, la diferencia entre una “z” y una “s”. 

Todo sirve como insumo para la poesía. Acaban de publicar el dato de inflación: los precios en abril crecieron 0.16% y con esto, el dato anual queda en 3.51%. La comida sube de precio, pero otras cosas, como la diversión, se rezagan. Es el efecto de los promedios.

Y la música sigue. Si quieren aprender cómo surgió la música house en 9 minutos, vean mi último video de mi canal de Youtube. Es la Vida en finanzas.

https://www.youtube.com/watch?v=G2vAYZZ8erA

Un 1 de Mayo en Alemania

Llegué a las 9pm a Schönefeld, el aeropuerto de Berlín, y me fui al Metro. De la estación de Pankow debía estar pendiente 9 paradas hasta la Ostkreuz. De ahí un trasbordo, otras 10 paradas. Bajarme en la Beusselstrasse. Ya eran las 10pm y mi teléfono celular estaba descargado. Todo estaba muy vacío, en las estaciones no había casi nadie y hacía mucho frío. Un frío que, mezclado con el silencio sepulcral de las calles, se magnificaba. En esa estación debía bajarme, con mapa en mano, y debía ir al número 40 de la Emdener Strasse. Trastabillar en alemán a manera de turista no servía en este momento; el frío apremiaba y era necesario llegar al destino, por lo menos dejar la maleta y saber que tenía un techo donde dormir. A esta hora era necesario usar el idioma inglés, el idioma de lo práctico, el de los canales de noticias. Please, could you help me with an adress? i’m a tourist. Iba caminando una señora, amablemente le pregunté por la dirección Emdener Strasse 40, la tenía apuntada en la mano.

Ella en un inglés afrancesado me dijo “más te vale no se te pierda la mano”, con tono jocoso. Caminé unos veinte minutos, vi el número 25 y me empecé a acercar al 40. Por fin, luego de dudas y averiguaciones, atiné a timbrar en el único nombre que me sonaba, sabía que era algo como árabe, algo así.

“Hi, i was waiting for you” me respondió el anfitrión de Airbnb. Se llamaba Houssam Haddad. Me conecté a internet y avisé por whatsapp que ya había llegado, que la travesía sin celular desde París a Berlín había sido un éxito; me duché rápidamente y dormí delicioso. Al otro día, primero de mayo de 2017, salí a caminar. Comí una salchicha con mostaza y un pan por 2 Euros, recuerdo que me llamó mucho la atención la diferencia en precios respecto a París. Tenía que llegar a mi destino: la Columna de la Libertad, la Siegessäule, esa columna gigantesca dorada en la que se habían congregado miles de alemanes 20 años atrás en la celebración del Love Parade. No podía creer estar ahí.


Subí hasta lo más arriba que se podía. Se veía toda Berlín. Yo sabía que era festivo, normal, así como también es festivo aquí en Colombia. Lo que no sabía es que había una gran celebración por el día del Trabajo en la Puerta de Brandeburgo, con grupos de rock, de pop, todo muy familiar. Es indescriptible lo que sentí cuando llegué ahí. Había un gran pendón rojo que decía “Wir sind viele, wir sind eins”. Somos muchos, somos uno. Estaba tocando un grupo de pop llamado Einzig und Artig. Compré una cerveza y me senté ahí. El animador gritaba arengas sobre lo felices que debíamos ser, sobre la libertad, sobre la familia. Una lágrima brotó de mi ser.

Fue maravilloso. Luego fui hacia la torre de la Televisión (Fernsehturm) y mientras caminaba, mientras más me maravillaba, tomé esta foto, cerca a Alexander Platz:


Traduce lo siguiente: Cualquiera que pueda leer con el corazón, sabrá lo que es el amor. Es tomado de la grandiosa Ópera (que tanto amo) La Bohéme, de Giacomo Puccini.

Así seguí caminando. Así pasé el primero de mayo, hace exactamente 3 años. Un día del Trabajo en Alemania que nunca olvidaré.

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