Emprendimientos literarios y financieros

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Hoy, antes de llegar al parqué financiero de los Tes y del dólar, asistí un par de horas a una feria del emprendimiento en el colegio de mi bebé, una bebé que ya no es bebé. La idea era que cada grupo de niñas planteara algo hecho por ellas mismas, por lo tanto había galletas orgánicas, desodorantes, jabones, crepes y churros. La energía que se respira en un colegio es absolutamente indescriptible, es hermoso. Tal vez solo es comparable con una universidad o una iglesia o un jardín infantil. La paz y el amor ahí siendo respirados.

Luego que me devolví en el tan vilipendiado pero tan veloz, y mejor que los carros, sistema de transporte masivo, iba viendo a un señor que vendía chupetas, entonces hice una autoapuesta: ¿qué habría pasado hoy en los Tes? ¿será que se bajaron más de tasa o corrigieron un poco hacia arriba? Qué incertidumbre, eran las 9:45am. Luego vi que se habían subido de tasa, unos 3 puntos básicos, con un dólar que también se subió hasta los 3.540 pesos. Vaya volatilidad. Leí por ahí gente preocupada por el PIB futuro, mil teorías sobre si se debe o no se debe bajar tasas y los ojos puestos en la inflación que se publicará hoy: las encuestas van por un 0.67% mensual y hay gente que la ve más arriba.

Ya veremos. Así va el mercado de los números y la energía de las niñas. Mientras miro el libro que más he disfrutado en toda la historia, ahí sí sin temor a equivocarme: “El viejo y yo” de Elaine Dundy. Es la locura, es el único libro en la vida que me estoy releyendo. Pocos lo merecen. Eso es lo que yo llamo emprendimiento literario, con muchos churros y crepes. O crepas para ser más internacional.

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