Yo opino que la vida nos ofrece muchas coincidencias. Hay gente que piensa que ellas no existen, los escépticos, ellos argumentan que simplemente los eventos ocurren y uno es el que decide hallar las similitudes, uno es el que le pone las relaciones; puede ser, no sé, yo sí quiero creer en ellas, quiero creer en que alguien por allá arriba, yo lo llamo Dios pero pueden ponerle el nombre que quieran, está mirando una pantalla y se las idea, con algoritmos e ingenio, para crear eventos parecidos o para unir gente en ámbitos no pensados. Yo me catalogaría un cazador de coincidencias.

Siempre traigo un ejemplo que, para los que me conocen de años, sonará a disco rayado, pero sé que casi nadie lo sabe. Una vez yo soñé que una amiga de mis papás tenía un hoyo en la garganta; en mi sueño se me hacía raro verla con ese hoyo, por el cual se veía lo que había al otro lado. Luego al otro día le conté el sueño a mi papá y él dijo -oh, qué raro, ella fue hoy a mi consultorio para ser revisada de algo en la tiroides-. Él es médico y la atendió preciso ese día. ¿Coincidencia o dos eventos que no tienen nada que ver, solo que yo les hallé la relación?

También halla uno gente en lugares inesperados. Antes, siempre que paseábamos con mis padres y mi hermana, nos encontrábamos a la misma familia en todos los pueblos a los que íbamos, tanto así que ya estaba institucionalizado, en el próximo paseo, saludarlos y preguntarles a donde iban a ir las próximas vacaciones, casi que para también nosotros planearlo. ¿Coincidencia? Que mi papá haya nacido el 3 de agosto, fecha en que zarpó Colón buscando a las indias, y que mi mamá haya nacido el 12 de octubre, fecha en que llegaron a las indias (la historia es un acto de fe), ¿coincidencia?

No lo sé, sea como sea eso me encanta. Cuéntenme sus coincidencias, las mejores las publicaré, obvio con el milagro y no con el santo. Estos detalles de la vida, absurdos claro que sí, son los que nos hacen sonreír.