Hay una iniciativa ecológica que me encanta y a la que últimamente le he gastado mucha energía. Hay que hacer algo. Una de mis niñas es líder verde en el colegio y pues, entre tantas actividades que hacen, entre la lúdica y la academia, entre coreografías y mínimos comunes múltiplos, están gestando un proyecto para convertir en ladrillos y en materia prima para la construcción algo tan inútil y perjudicial para los animales y para todo el medio ambiente: el plástico.
Es tan sencillo como esto; meter todo el plástico que usamos (bolsas, paquetes, etiquetas) en botellas, bien pueden ser las de dos litros de coca-cola, de Pepsi, las pequeñas, cualquier botella. Se deben meter bien tacadas hasta que queden súper duras y llenas. De hecho en la actualidad hay un medio de comunicación súper efectivo, las historias de Instagram: ahí, en mi cuenta @kemistrye les explico bien cómo se hace, incluso la cuchara con la que tacamos quedó cansada, ahí lo pueden ver. Cuando tengan las botellas, ingresen a www.botellasdeamor.org y ahí pueden averiguar dónde las pueden dejar (hay como centros de acopio) o sino me avisan a mí. Con esas botellas, de alguna forma las apilan y las aplastan y se vuelven ladrillos, para así construir casas y darle vivienda a los más necesitados. Es un gesto hermoso que no nos cuesta nada y antes hacemos mucho, no más miren todo el plástico que hay en las playas: a nosotros nos incomoda y ya, pero una tortuga se lo puede tragar e inmediatamente morir.
En la vida podemos hacer muchas cosas, podemos así suene cliché aportar nuestro granito de arena, nuestra botella de amor. No podemos existir y ya. Cualquier duda me cuentan. Esta vez les agradezco, no solo por leer (como siempre), sino por actuar.
P.D. Y sí, síganme mandando sus coincidencias, piensen el fin de semana y me cuentan. Ya saben que luego haré un excelente compilado con todas.