Dentro de tantas dudas que nacen en mi cabeza todo el día, todos los minutos de la existencia, está la siguiente: ¿qué animal es Zabivaka? Yo dije que era un lobo, eso averigüé y eso es lo que aparentaba. Luego una lectora amiga dijo que le parecía un león, pero yo le dije que no tenía melena. Días después una niña me dijo que era un perrito. Debido a esto llegué a dos conclusiones incontrovertibles: la primera es que es un camaleón, puesto que cambia para protegerse; y la segunda conclusión es que es un tigre, eso sí es fijo, puesto que el tigre no es como lo pintan. Fin de este párrafo.

Ayer comí wafers, de esas clásicas anaranjadas simplonas que me recordaron las épocas de colegio. Leí que México subió tasas de interés del 7.50% al 7.75%, vi un dólar a 2.952 pesos y la dinámica alcista en los Tes continuó, cerrando los de 2024 al 6.179%. Vi todo esto y vi muchos skaters en convención, en plena Séptima, con sus Vans y sus Diadora. Hubo buenos goles de Croacia, tristezas argentinas y lo mejor es el pelo de Rakitić, peinado que quiero hacerme próximamente y que intenté someramente ayer.

Luego en la tarde estuve en el club El Nogal en un buen evento de Alianza Valores. Por ahí saludé a los panelistas y asistentes. Ahí no me hice el peinado de Rakitić, sino que obedecí el código de vestir de corbata. El código de vestir de corbata no es necesariamente elegancia. Es solo un código, un uniforme. La elegancia, esa se lleva.