Las bibliotecas y las obras póstumas

Desde hace unos meses para acá llevo pensando bastante sobre los libros y las bibliotecas (me refiero a las bibliotecas privadas, las de las casas, no las que prestan libros como las de las universidades) y me preguntaba hasta qué punto tener una biblioteca grande y prolija significa representar alto grado de cultura en el dueño de la misma. Me explico. Tener un lugar en la casa donde reposan los libros leídos, algunos no leídos, está bien. Está bien el desorden ahí, no creo que una biblioteca con alma pueda estar perfectamente ordenada, eso solo implicaría su categoría de elemento decorativo. ¿pero porqué escribo esto?

Hace unos meses fui a una casa que tenía una biblioteca absurdamente gigante, con una gran mezcla de libros, textos y enciclopedias. Había algunos repetidos, había varios con el plástico de recién comprados, estaban tan pero tan vírgenes, sin ninguna mácula, sin ninguna arruga, sin ninguna tinta, que parecían un par de zapatos en su caja y con sus etiquetas, con olor a plástico: muy bellos pero absolutamente inútiles, un mero elemento inanimado. Esto me hizo acordar del libro como tal, del libro como objeto, de ver mucha gente por ejemplo comprando libros en alguna feria para luego estos mismos pasar a adornar. No sé, creo que dice más una biblioteca pequeña con mucho leído, mucho subrayado y algunos por leer, que una casa llena de libros vírgenes. Esta frase de una escritora, bastante mencionada y polemizada últimamente, Irene Vallejo, dice algo parecido: “Creo que acumulamos libros porque nos parecen un símbolo de esperanza de vida. Los libros son como una promesa de tiempo por delante. ¡Aunque te invadan la casa!”. Hay bastantes frases parecidas, y pues sí, rico tener libros, los amo, pero el exceso de ellos, el tener tantos por ahí sin función, no es exceso de nada ni placer, es más bien exceso de polvo.

Habiendo dicho esto, paso al segundo tema: las obras póstumas. Me dio una mezcla de tristeza y curiosidad, no sé, pasando por el famoso sentimiento de la pena ajena, al ver que en Disney+ próximamente estrenarán una película inédita de los Beatles. A ver, entonces detengámonos a pensar. Parece ser una edición restaurada, lo que sé es que aparentemente promete cosas nunca antes vistas. No soy fan de los Beatles, pero a cada rato he visto lanzamientos de canciones inéditas. Lo mismo ocurrió con Michael Jackson. Con muchos más. Y van saliendo poco a poco, diez, quince años después del fallecimiento, van apareciendo como por arte de magia; cuando creían que no había ya nada inédito, vuelve a aparecer algo.

Entonces yo me imagino al pobre artista fallecido. Muere. Está el dolor, la despedida, los obituarios. Luego los agentes dicen, supongo, algo como esto: “Murió, aquí dejó este material, pero no lo saquemos todo de una, saquemos una canción dentro de 5 años y la anunciamos como un gran hallazgo, luego al cabo de 10 años sacamos unas grabaciones que se encontraron limpiando un estudio”. Y así.

Tal vez haya exceso de libros y de obras póstumas, sin embargo eso no hará que leamos más o que oigamos más y mejor música.

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