Mil formas de divertirse con cultura

Puse el canal 106: Temor. Sintonicé el canal 113: temor. Temor. Hablaban de algo que subía, de porcentajes. Sopor momentáneo de 30 segundos, duermevela, desconexiones temporales. Quería un vaso, a la mitad, de leche de almendras y me lo fui a servir. Canal 114: Rueda de prensa de un señor que ni idea, súper aburrido, solemnidad de corbatas y peinados cuadriculados. Canal 115: advertencias oficiales, que no es así sino así, 2 metros de distancia. Distanciamiento temperamental y social, más que social. Abrí mi libro de “Joyce y las gallinas”, leí una página. Temor, saturación, regaños.

Puse play a la película en Amazon. Se llama Sylvie’s Love, qué hermosura. Trata sobre la época del jazz en el Harlem de los años 60s. No se alcanzan a imaginar la banda sonora tan hermosa, no más oigan “The shadow of your smile” de Astrud Gilberto. Búsquenla, yo espero aquí tranquilamente. Oiganla, relájense, besen sensualmente a quien tengan al lado. Me gusta esa palabra: sensualidad. ¿la oyeron? bueno, así es esta película. Tiene saxofones, música, amor. Primera recomendada. El jazz y un score impecable a cargo del compositor Fabrice Lecompte. Otra joya, continúen besando: “C’est si Bon” de Eartha Kitt. Acompáñense de fresas, de café, de arándanos.

Ahora play a otra. Hagámosle skip al terror, a las ruedas de prensa. “La Asistente” se llama esta, también en Amazon. Seleccionada en el festival Sundance. Llega una niña a trabajar como asistente en la oficina de un man relacionado con el espectáculo, con el Cine. Esta niña se empieza a dar cuenta de cosas. Son 90 minutos de posturas reales, de planos serenos en los que ella piensa, planos en los que hablan los ojos, las miradas, no hace falta hablar. Casi nunca hace falta hablar. Ella es la asistente, ¿qué podría ocurrir? Búsquenla. 

Me bajé del bus de Amazon y me pasé a Netflix. A mi esposita (el autocorrector me escribió “expósita”, qué risa) le sonó una de muñequitos japoneses llamada “La princesa Kaguya”. ¿Manga? ¿Anime? Como sea, es una película hermosa del folclor japonés, es algo mitológica de la que no puedo decir mucho porque me les tiro el final. Spóilers que llaman. Hermosa, visualmente impactante. Además la música está hecha por Kazumi Nikaido, una cantante japonesa magnánima. Kaguya significa “luz radiante”, la historia es del siglo 10, tiene que ver con el bambú y los astros. No se arrepentirán de esa obra maestra.

Proseguí. Canal 145: Terror. Canal 230: cifras y porcentajes. Off.
 
Como plus, les tengo un mix que hice de puro K-pop. Tiene tracks de grupos que me encantan, como Twice y Blackpink. Ahí pueden empaparse de lo que es el famoso K-pop (Korea) y J-pop (Japón). 

qué es la felicidad?

Tenía la suela de los zapatos muy embarrada. Debido a eso cada vez que caminaba iba dejando pequeños cuadrados de tierra sólida a lo largo del piso. Era una forma de manifestarme, de dejar huella, es la brazada que da el zapato para hacerse notar, para no ser intrascendente. Agarré el libro Las Olas, de Virginia Woolf, y lo abracé como a un bebé, por darme tantas letras bellas. Me pregunté qué podría ser la felicidad y empecé a hablarme a mí mismo. En plural, en singular, en imperativo y en reflexivo.

Y es que sí, la felicidad es muy relativa. Está muy bien que tengan hijos o que decidan no tener, tener gatos o perros, cásense, sean jefes, logren la mayor posición que han deseado, sáquenla del estadio, cómprense el carro que siempre han querido comprar, la mejor corbata Hermès (bueno, la loción Terre d`Hermès vaya que sí proporciona placer), viajen, salgan de deudas, reúnan un buen capital con réditos crematísticos, hagan todo lo que quieran, consigan novias, novios, entuques, Botox, todo eso está muy bien. Declárensele a la traga de toda la vida que nunca les hizo caso o que mínimo sí les hizo caso pero ustedes no lo sabían.

Hagan cosas siempre, el deporte que les gusta. Patinetos, tenistas, cuatrimotos. Escriban algún libro, amen de frente o subrepticiamente. Vivan en algún penthouse en Central Park West o en alguna casa por la Venta de Cajibío, en Valledupar, en Rosales o en Soacha. Vivan donde quieran vivir, sepárense o cásense. Tráguense, vivan mucho. Sueñen con ascender o con independizarse, los que solo piensan en dinero y los que solo piensan en los que tienen dinero, compren las camisetas que siempre habían querido comprar cuando eran niños. Tírense de paracaídas y armen cabalgatas en Pance, en Mónaco o en La Cumbre. Coman arroz con huevo o endéudense para comer trufas en Criterión, todo está permitido en el mundo.

Pero nada de eso es la felicidad. La felicidad solo es algo abstracto, interno, es algo individual. Tú con Tú. La felicidad se da sola y solo se dará conmigo mismo. Puede haber un ejército al lado, la felicidad solo la lograré con mi serenidad. Tú con tu serenidad. El vecino con su serenidad. Pueden ser millonarios y no ser felices, pueden estar quebrados pero sí serlo. Pueden vivir con 6 hijos, esposa y nietos y pueden ser infelices o pueden vivir solos como un champiñón y ser plácidos. 

Creo que tiene que ver con la serenidad con uno mismo. Sí, me gustó esa palabra mientras oigo Idomeneo de Mozart. No tengo ni idea qué es la felicidad. Tal vez precisamente eso es lo más lindo: que no tenga cómo definirse. 

Sonreí.

24 horas de libertad

El 5 y 6 de enero se celebran aquí en Popayán los carnavales de Blancos y Negros. O fiestas de Reyes, o blanquitos y negritos, como sea. Por ahí estuve averiguando, me encanta curiosear estas cosas, y aprendí que hace aproximadamente 400 años la población esclava pidió aunque fuera un día para descansar, para simplemente bailar y ya, para pasarla bueno. Día de asueto que llaman. Así como esa película La Purga: un día diferente a los demás. Tengo entendido que mandaron la petición y allá los señores españoles, con su pompa y boato, autorizaron el 5 de enero para que tuvieran sus 24 horas de libertad. Así que ese día pasaban bailando por las calles echándole betún a los viandantes para, en cierta forma, propiciar algún símbolo de igualdad. Pintémonos todos. Así fue más o menos, así lo entendí y así lo quiero creer. Luego todo el maremágnum empataría con el 6 que es la llegada de los reyes magos, que ya es algo con tinte religioso. Los que nacen el 6 de hecho son considerados reyes magos.
 
Siempre recuerdo estas fechas con mucho cariño; de hecho recuerdo una vez, yo creo que sería como el año 1999 o 2000, en el que vino Jorge Barón con su seguidilla de múltiples orquestas. Agüita para my people. Nunca había visto tanta gente reunida, echándose agua, harina y betún en plena Papal. No había acceso vehicular a Campamento. Recuerdo también bailando merengue, Disco Flamenco, en pleno 1994, tiritando de frío a las 6pm con mi peinado hongo. Recuerdo también montándome en camiones que alquilaba algún amigo, llenando bombas con agua y partiendo por toda la carrera novena, barrio Modelo, Ardú, tales, Banano’s, Catay y a tirarle bombas a todo el mundo, no sin antes parar en el Ruso para aperarnos de aditamentos etílicos. Nunca fui al Caldas, allá era otro calibre, ahí abrían ese hidrante, ahí el plan era más hardcore, más bucanero, ahí ya no era echarse agüita sino que ahí lo podían alzar a uno cuatro manes y ponerlo a recibir la presión del agua, pura potencia, contra el hidrante. Dolor de oído fijo en la noche. Todo era con respeto, todo era gracioso, así lo recuerdo siempre.

Después de estos dos días vienen las fiestas de Pubenza. Siempre hay eventos, muestras gastronómicas, conciertos y demás. Es el tiempo de celebración aquí, es un aire diferente al de la Semana Santa. Bienvenidas siempre las fiestas, no importa el origen, si religioso o no religioso, ¿qué importa que sean de origen español o indígena? Fiesta es fiesta y mientras sea positiva su intención, bienvenidas sean. Que venga la salsa, la música que sea, que se sirva aguardiente Caucano, destilados, anisados y rones, pero si no quieren licor, si el efecto del licor no gusta, pues celebremos con cafés, capuchinos, gaseosas, algo más estimulante, un buen red bull con bom bom bum y papitas de Los Comuneros con salsa rosada. Qué más da. Comamos de todo y celebremos. Por cierto, les dejo un dato que les puede servir para alguna trivia: la primera celebración fue el 5 de enero de 1607. Ahí empezó todo, aquí estamos en 2021 y la cuenta sigue.

Los invito a estar pendiente de las diferentes actividades que habrá por ahí. En la página de la Alcaldía de Popayán pueden mirar.

La fiesta continúa. 24 horas de libertad. 365 días más de vida. Dejemos lo malo para otras columnas.
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