Infidelidades de Pandemia

Hay algo que la gente no supera: la cuarentena de 2020 motivada por el famoso covid. No más hace unos minutos vi un meme en el que recordaban el día fatídico cuando, de manera jocosa, un señor de China se come un murciélago. En las conferencias, en los artículos y en los informes siempre se habla, por ejemplo, de la producción pre-pandemia, que estamos en niveles pre-pandemia, que si comparamos cómo subió todo en la pandemia, incluso hace poco vi un flyer de una fiesta que celebraba volver a vernos luego del encierro de la pandemia.

La pandemia, todo es la pandemia. Para no ahondar en el tema y seguir adelante más bien, solo diré que el periodo marzo2020, y aproximadamente 18 meses después, fue una época maravillosa y de las más felices de mi vida. Añoro toda la época en su totalidad, era muy feliz. Sí que lo era. Algo que siempre admiraré es cómo en plenos meses seguían estrenando series, puntualmente recuerdo el estreno de la última temporada de Dark en junio de 2020. Qué tan importante habrá sido el covid, que ahora cuando a alguien le da hepatitis, dicen que le dio hepatitis; cuando a alguien le da gripa, dicen que le dio gripa; pero cuando a alguien le da covid, dicen con todas las ínfulas técnicas que “dio positivo para covid”.

Yo daba positivo para felicidad. Calles vacías, no interacción, mil cosas buenas. Hubo aspectos curiosos: por ejemplo en algunos días si tenía cédula par no podía entrar a una tienda, o si era hombre, si era mujer, entró aquí toda la discusión de géneros. Se desinfectaban llantas, tenía que firmar un registro para comprar un lapicero en Panamericana y se lavaban los bananos y los paquetes de papas con límpido, pedir una lasagna a domicilio era casi un sacrilegio.

El mayor avance tecnológico grupal en esa época fue la posibilidad de poner, durante las ahí sí obligadas reuniones virtuales de cumpleaños (no había cómo decir que no), un fondo en la plataforma Zoom que emulaba una playa, el centro de París o el Times Square de Nueva York. La creatividad al tope.

Pero lo más más impresionante de todo esto fue un servicio que vi la otra vez en un pequeño supermercado: como las salidas eran tan restringidas, ofrecían a los/las infieles el servicio de mercar, seleccionar, reunir y empacar la lista de mercado que se necesitara, todo en un tiempo determinado, esto con el objetivo de que la persona se echara su canita al aire, hiciera gala de su affaire media hora, una hora, diez minutos, recogiera el paquete (me refiero al del mercado) y llegara a tiempo a su casa nuevamente.

No sé cómo sería el slogan, probablemente “No te preocupes por tu paquete, nosotros nos encargamos”. No sé. O tal vez “Nosotros empacamos, tú encárgate de desempacar”.

Y bueno, dicen las estadísticas que en esa época hubo varios divorcios, otros tantos embarazos, peleas, reconciliaciones, pero lo que sí es un hecho es que los mercados para infieles aportaron su granito de arena.

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