Bullying al color blanco

Últimamente en kemistrylandia, de donde soy CEO, caudillo y presidente ejecutivo, anda latente y vigente la tendencia de dibujar con lápiz y pintar con colores. Es algo que siempre me ha gustado hacer y ahora más que nunca: compré un set de 24 lápices de doble punta Prismacolor que incluyen matices hermosos y literarios como el azul noche, el ocre, el rojo ladrillo y el amarillo limón. Está el granate, el violeta y el morado. Es un placer inmenso y claramente compré cartuchera de unicornios. 

A todas estas debo ofrecer disculpas y creo que nunca es tarde para resarcir todo. Me siento muy mal. Yo también de niño pintaba y empezaba a gastar poco a poco cada lapiz. El negro se iba rápido puesto que uno repintaba mucho, el azul es mi color favorito y siempre es el que más usaba, al morado y al rosado siempre les daba palo, pero había un lápiz, un color que nunca usaba: el blanco. Siempre quedaba incólume al final del año. Yo me le burlaba, lo confieso, siempre le decía:

-Oye, eres inútil. Mira tus amigos, mira el azul todo gastado, mira el rojo como ya hasta se rompió la mina de tanto uso. Tú estás ahí quieto, con la punta sacada, nadie te usa, no sirves- le decía yo en la época del colegio mientras hacía las tareas. El color blanco siempre quedaba sin utilizar. Claro, ¿para qué usar el color blanco en un dibujo que se hacía en una hoja blanca? Absurdo, no servía para nada el color blanco.

Estuve tentado a escribirle al gerente de Prismacolor, o de Magicolor, diciéndole que no se desgastara, que como cliente podía asegurarle que era inútil que fabricaran el color blanco. -Oye, color blanco, no sirves, me da pesar contigo pero no sirves, hazte a la idea, mézclate con alguien, mézclate con el rojo para hacer rosado pero tú no tienes individualidad, no eres original, hey Blanco-  le decía yo siempre. Una vez mi cartuchera estaba mojada: el color blanco estaba llorando.

Ahora es el año, a ver, veamos, creo que es el 2021. Salió una película en Apple tv+ que visualmente me enloqueció: Wolfwalkers. Hermosa visualmente. Entonces me puse a dibujar a las wolfwalkers, a la niña protagonista irlandesa que se llama Robyn Goodfellowe. Qué bella película animada, no se lo imaginan.

Hoy ando pintando en una agenda que me regalaron, cuyas hojas son como ese café claro de las hojas recicladas, ¿lo tienen presente? no son hojas blancas sino como beige. Estaba pintando el pelo rubio de Robyn, debía pintar la parte blanca de los ojos y también una dentadura. Miré los colores y ahí estabas, color blanco. Empecé a pintar sobre la hoja reciclada beige y el color blanco empezó a difuminarse, empezó a alumbrar, empecé a irisar la hoja, así como cuando se enjalbega una pared de cal. Todo empezó a cobrar vida, una energía inusitada gracias al color blanco. 

Todo fue hermoso. Me di cuenta que el color blanco servía y mucho. Fue de hecho el color más importante de ese dibujo. Me di cuenta que a veces, no es que uno no sirva para algo, sino que tal vez no existen las condiciones para florecer. Le ofrecí disculpas, te ofrezco disculpas por el bullying, color blanco.

Miré de reojo, de soslayo. El lápiz color blanco me estaba sonriendo. Continué dibujando, continúo dibujando. Y escribiéndoles.

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