Clases sobre el surgimiento del dinero y del agua

Siempre, en mis clases, me gusta explicar cómo surge el dinero. Es decir, todo puede ser tan técnico como se quiera, tan pegado a la regla o tan vacuo. Las analogías llegan. Entonces les dije algo como lo que viene a continuación (imaginen mi ímpetu, al frente de una pantalla, dando por sentado que la cámara y el micrófono están de mi lado): “Miren, si van de pronto al campo verán un río, en el que la corriente va, pasa mucha agua, desembocará luego en el océano, pero esa agua que pasa por ahí salió de algún lado. El mar en el que se bañan, con el que hacen surf también probablemente, tiene agua, pero ¿de dónde salió?”.

Continúo: “recuerden las clases de geografía y biología. El agua nace por allá arriba en los páramos. No recuerdo cómo es que se llama, el nudo de Paramillo, ¿sí es ese?”. Ahí me autocorché, luego verifiqué y corroboré que el Rio Cauca, por ejemplo, nace en el macizo colombiano. Hay algo hermoso de la naturaleza: allá arriba en los páramos, de alguna manera surge el agua cristalina, agua pura que se encharca, forma ríos, lagunas, se contamina y va cogiendo fuerza hasta desembocar. Les decía a ellos, luego a ustedes, que así es el dinero. 

El dinero lo vemos por ahí circular pero de algún lado sale. Entonces les explicaba que el Banco de la República, por medio de las operaciones de mercado abierto, ponen a circular plata a manera de repos. También habrá más dinero circulante si disminuyen el porcentaje de algo que se llama encaje. No el encaje que están pensando, el de los vestidos no; otro tipo de encaje.

Y sí, pensaba y concluía que el dinero es como el agua. Nos quita la sed pero también nos podemos ahogar en ella. A veces se contamina también. El dinero nos da para lo que necesitamos pero nos podemos ahogar en él, gracias a él, por culpa de él. A veces si hay mucho calor se evapora, a veces se ensucia, a veces hay que ponerle filtro. Ese día la conexión estuvo muy buena, acabé la clase y puse una canción a todo volumen. Sé que me habían entendido.

Había hecho mi aporte. Continué leyendo varias cosas por ahí y me fui quedando dormido, ahí, sentado, sin haberme puesto la piyama.

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