Wagner, la ópera y die Walküre

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Entre las respuestas de ayer, escogí los mejores sabores que, según los lectores, nunca cambian. Y sí, concuerdo con ellos, nunca cambian: la salsa del Q-bano, la salsa de tomate Fruco y los desayunos en el hotel mamá, no importa la versión: si es una estudiante en su ciudad natal Pasto o si es un lector emprendedor cuya ciudad natal es Popayán. Qué bello recordar, igual me pueden seguir escribiendo qué sabor o qué hecho no ha cambiado nada con el pasar del tiempo.

De hecho ahora que escribo mi libro, he recordado muchos eventos. Entre tantas vivencias, recuerdo que hubo una época, tendría yo 8 años, en la que todas las noches, cuando mi señora madre iba de turno al hospital (ella es médica, o médico pues para los fundamentalistas del idioma), yo compraba una barrita de chocolatina Jet y un paquete de pastillas Charms multicolor en la tienda al frente de nuestro apartamento. Recuerdo ese sabor siempre.

Siempre lo digo: me encanta lo extremadamente viejo y lo extremadamente nuevo. Trato de expresar esto en mi grupo de influencia, así que me encanta cuando a un niño de 19 años le interesa un documental de jazz de alguien que nació como en 1920, cuando una niña de 20 se interesa por un libro antiguo como El Gatopardo o cuando, al revés, una señora de 70 años le llama la atención algún artista vanguardista electrónico alemán recién salido del horno. Sí se puede influenciar positivamente.

Y dentro de esto, recuperé como 5 CDs del mejor de todos en cuanto a música clásica y ópera: Richard Wagner. Nadie tiene la energía de él, para mí nadie se le puede comparar. Es absurdamente delicioso oírlo, captar algo de esa tetralogía de El Anillo del Nibelungo es encontrar oro puro. Todo eso ya lo tengo apropiado en mi mixer, tengo die Walküre, Parsifal, muchas más; toda esa energía que emana de Wagner, esa oscuridad, ese misterio, es absurdo, es delicioso. Entonces puedo mezclar ópera con un buen uplifting trance, con jungle, y suena formidable. Es el pasado y el futuro ahí, en una consola.

Es lo que yo digo siempre: tratar de buscar cosas nuevas pero también cosas viejas. Es siempre avanzar, pero también retroceder para repasar. Si a una persona le llega esto ya me doy por bien servido: no importa si le llega en el futuro o en el pasado.

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