Grecia y su queso feta

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No podemos caer en lo monotemático. Imaginen que yo siempre mencionara lo del virus, de que precisamente por eso la gente está comprando tal activo, que siguen comprando, o que precisamente por el riesgo la gente está vendiendo, ambos argumentos son válidos en últimas en la vida; que el virus, que el petróleo y que las perspectivas están negativas. Solo imagínenlo. Creo que lo monotemático solo es válido en las secuencias del minimal Techno. Hay que seguir viviendo, más bien usaré mis alas y me transportaré a Grecia, acompáñenme.

Estuve en un sitio de comida griega. Iba caminando, llevaba mis lentes de sol negros con visos naranja y vi de lejos unas letras raras de color azul claro. El hecho es que el anuncio me hizo una especie de guiño y entré. Lo que más me llamó la atención fue la música, había muchas guitarras, todo un ambiente mediterráneo con aceites de oliva, tomate, bolas de queso feta y pimentones. Usé el mejor invento que ha tenido la civilización occidental, el Shazam, y empecé a darme cuenta de todo este universo de cantantes de ese país, mientras aprendía que griego en griego es Elliniká (de hecho así se llama el sitio) y mientras degustaba una majestuosa ensalada con esas bolitas de queso feta apanadas. Mil guiños. Entre más shazameaba más iba descubriendo, qué belleza: Elefthería Arvanitáki, Yiannis Parios, Dimitris Mitropanos y Mános Hatzidákis. Todos cantantes súper griegos, así como el escritor de “Economía sin Corbata”, el gran Yanis Varoufakis.

Fue delicioso, además debe haber apoyo a estos sitios. Hay mil personas allá afuera tratando de crear proyectos, nuevos restaurantes, tiendas, emprendimientos, pero seguimos yendo a sitios de filas de media hora en las que venden crepas, comida cocinada al wok, waffles de mantequilla, biferías y hamburguesas estilo home. No, la vida es más que eso.

Grecia y su música siempre me sorprende. Salí del sitio y me di cuenta que podemos crear historias siempre, que ese mundo allá afuera está lleno de experiencias, que no hay que comprar pasajes carísimos o pagar restaurantes onerosísimos para comer bien. Sí, lo monotemático y minimalista dejémoslo al techno.

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