Algo sobre los abogados y sobre el Beach ball bag de Chanel

Aun sigo sin entender porqué a las 12:30pm sintonizan el noticiero. Supuestamente es para estar informado, aunque no me detendré a relatarles los titulares y a qué tipo de crímenes se referían. El arte de estar informado, ¿qué es estar informado?. Solo quiero mencionar algo: entrevistaron a un señor que es abogado, era el abogado defensor de un man que está en la cárcel porque cometió unos crímenes atroces e innombrables. No vale la pena. Solo me detuve a pensar y llegué a la conclusión de que lo último que haría en la vida es ser abogado, pero lo que sí es absolutamente prohibido dentro de los estándares de mi vida es servir de abogado defensor ante una persona. Es decir, ¿cómo funciona? ¿miro los expedientes, veo que él hizo tantas matanzas, acribilló gente, mayores o menores y uso todo lo que leí sobre Dostoievski y Derecho Romano, qué sé yo, para lograr vericuetos disuasorios y así rebajar algo a mi cliente, quien es el que me paga por los servicios? No sé qué más decir, me urge cambiar de tema, me dio taquicardia. O como decía una viejita que conozco, “taticardia”.

Igual leería a Dostoievski, eso sí. Hablando de leer, anoche seguía inmerso en mi absurdo y asfixiante libro de Antonio Skármeta y me encantó que narró una escena donde llega la joven tenista Sophie y bueno, me encanta que en los libros nombren una canción, así uno se imagina mejor la atmósfera del momento. Pues bien, la canción era “Sabrás que te quiero y no te quiero” de Roberto Lecaros. La busqué, era un bolero y me pareció muy bonita. Me imaginé el momento, qué belleza. El protagonista dice: “a veces hay que hundirse en charlas necias para tener un segundo de inspiración”.

Claro, luego puse Flyertalk de Christian Smith y me transporté de 1989, fecha de escritura del libro que leo, a la actualidad. Oí lo nuevo, acabado de salir del horno, de Anastasia Kristensen y revisé lo ocurrido en el mercado. Las tasas siguieron bajando, con o sin abogados, los agente pidieron prestado 9.9 billones a un día al 4.25% y siempre ocurre que al final del día hay agentes a quienes les sobra el dinero y lo deben invertir al 3.25%.

Entre galimáticas figuras y el síndrome del bovarismo (sí, de Madame Bovary) tiende mi actualidad cultural. Debo terminar este artículo con algo muy fancy que vi en la última Vogue: el beach ball bag de Chanel. Es muy curioso, imagino a Sophie, la protagonista del libro, usándolo. O a Amelie Lens le quedaría muy bien. O a Elle Fanning en la gala del Met.

Tenía que ofrecerles todo esto. Créanme, esto es mejor que lo aparentemente informativo. Feliz fin de semana.

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