En búsqueda de la versatilidad

El martes previo al festivo nos dimos una vuelta en un centro comercial y la velada desembocó en un postre. Todas las actividades previas, el tráfico, las vitrinas de ropa infantil, la ensalada vietnamita (con langostinos y calamares), todo pareciera que fue la antesala para lo último, para lo que vendría luego, para el mejor postre que me he comido en la historia. Yo sé, siempre había dicho que el mejor es el ravioli de chontaduro de Ocio, pero esta vez creo que fue desbancado, o por lo menos temporalmente por la emoción, por la coyuntura, en este momento el ravioli ha sido desbancado por el sushi de Oreo de Teriyaki. Lo comí y cómo les explicara: son las galletas Oreo rellenas de arequipe y con tempura, es decir con esa especie de apanado. Yo lo mordía y me maravillaba, además el arequipe estaba caliente. Qué buen parche ese de Teriyaki.

Siempre trato de hallar similitudes en las palabras. Acabamos de ver que Ocio fue reemplazado por Oreo. Así como hay muchas letras M en el ambiente últimamente: Medellín, Maluma, Madonna, Maduro. Esas letras M pueden estar acompañadas de Movimientos Máximos al alza en los Tes; es curioso, digamos que de un momento a otro las tasas se subieron horriblemente, cerrando por ejemplo los famosos junios del 32 al 7.037%, cosa extraña y raramente vista en un solo día. Así, porque sí, por la divina providencia.

Siempre hay que aprender, siempre todos los días hay que leer algo, por lo menos algunas líneas que nos queden. Ese es mi legado: lean por lo menos una línea de algo al día. Por ejemplo ayer se le rindió homenaje a Leonardo da Vinci, por sus 500 años de su muerte. Leí sobre su estilo, llamado sfumato o en español “esfumado”. Es un estilo al pintar que hace que se vea más real el rostro humano. Fíjense, Leonardo exploró muchas ramas de la ciencia. Qué buen ejemplo a seguir, por lo menos hacerle guiños a varias cosas, no centrarse en una sola, no caer en la infinita rueda del aburrimiento y de la rutina, poder hacerle guiños a la pintura, a la lectura, a la escritura, a la música, a la docencia. No dejarnos morir.

Sí, Leonardo, esa versatilidad a veces tan anhelada. Esa versatilidad que nos permita trascender. Que nos permita ser, que nos permita aportarle algo a la sociedad, una sonrisa, un guiño, una dulzura.

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