La inevitabilidad de la enseñanza

Ayer tuvimos un mercado que podría tal vez ser tildado de prolífico, ya que por un lado estuvo de feria allá en Rio de Janeiro, con su samba, con sus garotas, garotos, feijoadas y demás términos autóctonos en algunos clientes. También hubo carnaval en Barranquilla, por ahí vi a colegas en dichas dinámicas, mientras aquí hubo dólares a 3.095,45 pesos, pollo a la cazadora y Tes con valoraciones muy similares, sin grandes tendencias ni para arriba ni para abajo. Recordemos que en el mercado financiero, en un instante las cosas están horribles y al momento todo está volando, eso lo he vivido y me consta. También vi Futuros específicos por 218 mil millones de pesos y peleas de grandes, esas peleas son las que mueven los precios; eso fue lo que vi, eso fue lo que presencié. En la noche en mi casa, luego de la clase de postgrado, hice un mini-carnaval, con mezclas de ritmos extremadamente rápidos como el techno, con ritmos extremadamente lentos como el Dubstep, todo en la consola, en mi juguete. Lo muy lento convive con lo muy rápido: los mixes, y el oído puesto en ellos, es la gran prueba de ese postulado.

Ayer, en una capacitación que tuve sobre Office 365, interesantísima por cierto (la mejor y más útil de los últimos meses), oí términos que me encantaron, como el de Georredundante. Georredundante es cuando se cuenta con un backup del software en otra parte del mundo, si es que ocurre una catástrofe. Estuve en modo proactivo, aprendí sobre Video Teams, sharepoints y sobre la interdicción de comunicaciones. Buenísimo, en verdad muy provechoso. Así transcurrieron las últimas veinticuatro prolíficas horas.

Así transcurren las ganas de enseñar y de transmitir. Esto no lo podría interrumpir nada ni nadie, por más que tratase.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.