El dilema de los escritores fantasma

 

Antes que nada, debo decirles que estoy muy decepcionado, no por ningún desplante, ni por el malagradecimiento (o desagradecimiento) de la gente, no. De hecho no sé cuál de las dos palabras es la correcta, además cada vez con más ímpetu pienso que eso es lo de menos, la idea es comunicar las cosas, bienvenida la invención de palabras. Estoy triste y decepcionado. Mientras veía a los julios del 24 subirse hasta el 6.06%, al igual que los agostos del 26, me sorprendía por dicha dinámica pero igual seguía decepcionado. Fue un mercado arribista, o sea un mercado en el que las tasas se fueron para arriba.

 

La decepción radica en que me enteré que existen escritores fantasma. Y no me enteré ayer, sino hace aproximadamente un año, hace ya bastante, pero no lo supero. Pondré un ejemplo: digamos que un escritor famoso, no sé, Charles Dickens, se vuelve muy famoso y por dar tantas conferencias, charlas y entrevistas pues no tiene tiempo para su labor primaria, para lo que nació: escribir. El médico al que no le queda tiempo para ser médico. Entonces contrata a un ayudante para que escriba por él. Existe, sí, existe, creo que eso es lo más absurdo y frustrante que he oído en mi vida. Me queda la pregunta: ¿qué porcentaje de los libros que uno lee son escritos por el “titular” y cuál porcentaje por los escritores fantasma?

 

De todo esto sí que les quede un aliciente: esto sí lo escribo yo, que quede claro. Jorge Ruiz escribe lo de Jorge Ruiz. O bueno, eso creo, ya lo dudé.

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